En una aldea nevada, donde los copos de nieve bailaban como pequeños diamantes, algo inusual estaba sucediendo. ¡Los copos de nieve brillaban! No solo eso, sino que cada vez que uno caía, dejaba un rastro de purpurina, como si el cielo estuviera festejando. Zoggy, el robot espacial de color salmón, rebotaba por la aldea, transformándose en un camión para transportar montones de nieve brillante. "¡Esto es fantástico!" gritaba Zoggy, con su voz electrónica y alegre. Frizzle, el dragón arcoíris de color azul-violeta y peludo, volaba sobre la aldea, dejando rastros de purpurina de colores que duraban exactamente una hora. Frizzle adoraba las fiestas de té en las montañas y, por supuesto, ¡la purpurina! Y Peachy, la bruja de piruletas de color rosa intenso, volaba en su escoba de refresco, dejando burbujas e incluso transformando las verduras en dulces, por 24 horas. Su sombrero era una enorme piruleta, y su libro de hechizos, hojas de oblea con tinta de glaseado. ¡Una verdadera dulzura!
A Emily, que amaba los unicornios y las princesas, y a Ping, que adoraba los sonidos de la naturaleza, les encantaba el pueblo. Emily imaginaba a los copos de nieve como unicornios mágicos bailando, y Ping disfrutaba del silencio y de los sonidos del viento entre los árboles. Pero, de repente, algo terrible sucedió. El silencio invadió la aldea. Los sonidos de la naturaleza desaparecieron, y los hermosos arcoíris que Frizzle solía crear, ya no aparecían. Los copos de nieve ya no brillaban. Era como si alguien hubiera apagado todos los colores.

"¡Oh, no!" exclamó Zoggy, transformándose en una gran antena parabólica para intentar encontrar la señal de los colores perdidos. "¡Esto es un problema!" dijo Peachy, preocupada. "¿Qué haremos?" preguntó Frizzle, sus escamas cambiando de color, de un azul brillante a un gris apagado.
"¡Debemos investigar!" dijo Zoggy, transformándose de nuevo en un rápido coche. "¡Yo iré delante!" Frizzle respiró hondo y dijo: "¡Yo puedo dejar un rastro de purpurina que nos guíe!". Peachy, montada en su escoba de refresco, se unió a la búsqueda. "¡Y yo usaré mis hechizos para superar cualquier obstáculo!" Zoggy, Frizzle y Peachy, partieron en busca de los colores perdidos. Zoggy, con su habilidad para cambiar de forma, se transformaba en un trineo para deslizarse por la nieve. Frizzle, dejando un rastro de purpurina, indicaba el camino. Peachy, con sus dulces hechizos, transformaba los obstáculos en deliciosos postres.
El rastro de purpurina los llevó a través de un bosque de pinos nevados, donde los árboles parecían gigantes que dormían. "¡Miren!" exclamó Frizzle. "¡Un camino de caramelo!" Peachy usó uno de sus hechizos, y un camino hecho de caramelos y bombones apareció, ¡como un sueño para Emily y Ping! El camino los condujo a una cueva oscura. Zoggy, transformándose en una linterna gigante, iluminó el interior. Dentro de la cueva, encontraron a una criatura sombría, que parecía estar hecha de sombra y tristeza. Esta criatura era quien había robado los colores de la aldea.

"¡Devuélvanme los colores!" rugió la criatura sombría. "¡Son míos!" Frizzle, a pesar del miedo, respiró profundo y soltó un chorro de purpurina brillante. "¡La purpurina es alegría!" dijo. "¡Compartir es mejor que robar!" Peachy, con una sonrisa, lanzó un hechizo. "¡Transforma la tristeza en alegría!" gritó, y un torrente de caramelos y piruletas llenó la cueva. Zoggy, transformándose en una máquina de burbujas, llenó el aire de burbujas de colores. La criatura sombría, al ser bombardeada por la alegría, la purpurina, y los colores, comenzó a cambiar. Su sombra se desvaneció, y en su lugar apareció una criatura hecha de luz, sonriendo.
"¡Perdón!" dijo la criatura de luz. "Estaba triste y quería tener todos los colores para mí". Con la ayuda de Zoggy, Frizzle y Peachy, la criatura devolvió los colores a la aldea. Los copos de nieve volvieron a brillar, los arcoíris volvieron a aparecer y los sonidos de la naturaleza inundaron el lugar. ¡Incluso Emily y Ping podían escuchar el canto de los pájaros y el susurro del viento!
De vuelta en la aldea, todos celebraron. Hubo un gran banquete de dulces, y Zoggy demostró todas sus transformaciones. Frizzle voló por el cielo, dejando un rastro de purpurina que parecía una cascada de colores. Peachy repartió piruletas a todos. Emily y Ping, felices, jugaban en la nieve brillante, imaginando unicornios mágicos y sintiendo la tranquilidad de los sonidos de la naturaleza.