En el Bosque Encantado, donde los árboles susurraban secretos y el río cantaba melodías, vivía Sunny, la Cachorra de Nube. Sunny era una cachorrita esponjosa de color naranja rojizo, con un pelaje hecho de nubes de algodón de azúcar. Cada vez que Sunny se emocionaba, ¡dejaba un rastro de arcoíris a su paso! Sus ladridos sonaban como pequeñas campanillas y le encantaba rebotar entre las nubes, llevando el sol a todos lados. Un día, mientras jugaba a saltar entre las nubes, Sunny escuchó un sonido extraño, un llamado. ¡Era una llamada de auxilio, proveniente del Bosque Encantado!
"¡Guau, guau!" - dijo Sunny, sorprendida y con sus campanillas sonando más fuerte que nunca - "¿Quién necesita mi ayuda?"
La llamada sonó de nuevo, más urgente esta vez. Sunny, con su corazón de algodón de azúcar latiendo rápido, supo que tenía que ir. Con un último rebote en una nube mullida, Sunny se lanzó en dirección al Bosque Encantado.
Cuando llegó al bosque, todo era diferente. Los árboles estaban tristes y caídos, las flores no tenían color, y el río parecía oscuro y silencioso. La alegría del bosque, que Sunny conocía y amaba, ¡había desaparecido!
"¡Guau!" - exclamó Sunny, preocupada. Su cola dejó un pequeño arcoíris, aunque el sol no lograba abrirse paso entre la sombra que cubría el bosque.
De repente, vio a una princesa. Era la Princesa Lirio, con un hermoso vestido y una corona brillante. Pero, ¡oh, no! La corona de Lirio ya no brillaba, y la princesa parecía triste. Lirio era una princesa que amaba bailar, y en el Bosque Encantado, cuando ella bailaba, la música llenaba todo el lugar, haciendo que todos se sintieran felices.
"¿Qué pasa, Princesa Lirio?" - preguntó Sunny con su voz de campanillas.

"El Bosque Encantado está triste," - respondió la Princesa Lirio, con la voz apagada. "Una Sombra misteriosa ha robado la luz y la alegría. Mi corona… ¡ya no brilla!"
Sunny, sintiendo una punzada en su corazón de cachorro, supo que tenían que hacer algo. "¡Guau, guau! ¡Vamos a encontrar esa Sombra!" - ladró Sunny, llena de determinación.
Juntas, la Cachorra de Nube y la Princesa Danzante, se adentraron en el bosque oscuro. Encontraron al pequeño Señor Ardilla, que no podía guardar sus nueces porque no había luz. Se encontraron con la Señora Lechuza, que no podía ver a dónde volar. Todos estaban asustados y tristes.
"No se preocupen", dijo Sunny, sonriendo, "¡la Princesa Lirio y yo vamos a arreglar esto!"
La Princesa Lirio, sabiendo que la música era su poder, comenzó a bailar. Sus movimientos eran elegantes y llenos de esperanza, y aunque la sombra seguía oscureciendo el bosque, la música comenzó a resonar. Sunny, al ver a la princesa bailar, sintió una oleada de energía, y con un alegre "¡Guau!", la cachorra comenzó a dejar un rastro de arcoíris tras ella, iluminando el camino.
Siguiendo los arcoíris y las melodías de la princesa, llegaron a un lugar oscuro y sombrío. Allí, en el centro, vieron a la Sombra, una figura solitaria que parecía estar triste.
"¡Esa es la Sombra!" - exclamó Sunny.
Pero, al acercarse, la Princesa Lirio se dio cuenta de algo. "No es un monstruo", dijo suavemente. "Parece... sola".

La Sombra, al oír las palabras de la princesa, se movió. "Tengo frío... no tengo amigos...", murmuró.
Sunny entendió. La Sombra no era mala; solo estaba sola y triste. Sunny, con sus campanillas vibrando de alegría, comenzó a rebotar, dejando un rastro de arcoíris que rodearon a la Sombra.
"¡No estás solo!" - ladró Sunny. "¡Tenemos música, baile, y amigos!"
La Princesa Lirio, sonriendo, comenzó a bailar de nuevo. La música se elevó, y la Sombra, atraída por la alegría, se movió un poco.
"¡Canta, canta con nosotros!" - dijo la Princesa Lirio.
Sunny ladró, con su voz clara como campanillas. Y, para sorpresa de todos, la Sombra, tímidamente, comenzó a cantar. La voz no era fuerte, pero era sincera y llena de esperanza.
Con la música, el baile y los arcoíris de Sunny, la Sombra comenzó a brillar. La luz regresó al Bosque Encantado, los árboles se enderezaron, las flores recuperaron su color y el río volvió a cantar. La corona de la Princesa Lirio brilló como nunca antes.
Todos celebraron. El Señor Ardilla compartió sus nueces, la Señora Lechuza voló con alegría, y la Princesa Lirio bailó y cantó junto con la Sombra, ahora un amigo. Sunny, la Cachorra de Nube, saltó y rebotó, dejando arcoíris por todas partes, feliz de haber encontrado una nueva amiga. El Bosque Encantado volvió a ser un lugar lleno de alegría, gracias a la amistad, la música, el baile y un poco de sol de una cachorra muy especial.