En las profundidades brillantes del océano, donde los rayos del sol danzaban como estrellas, vivía la Ciudad Submarina de Coralina. Era un lugar mágico, lleno de casas de coral rosa y calles pavimentadas con brillantes conchas marinas. Los peces de colores nadaban en armonía, y las algas marinas se balanceaban como bailarinas en un concierto. En lo más alto de la ciudad, en un palacio de perlas, vivía Bearón, el Regio Copo. Bearón era un oso azul celeste con un pelaje tan suave y esponjoso que parecía una nube. Llevaba una corona dorada y su cetro, un cucharón de miel, siempre estaba listo para endulzar el té de las fiestas reales. A Bearón le gustaban las fiestas de té, los abrazos grupales y, sobre todo, gobernar con bondad y justicia.
En Coralina, todos amaban a Bearón. Pero, ¿quién amaba más la aventura? ¡Rollo, el Erizo Rodante! Rollo era naranja, rápido como un rayo y siempre llevaba una pequeña riñonera. Esa riñonera no era cualquier cosa; ¡era un portal a una dimensión llena de deliciosos aperitivos! Podía rodar más rápido que el sonido, y sus púas cambiaban de color cuando se emocionaba. Rollo era el mejor amigo de Bearón y siempre estaba listo para una nueva emoción. Un día soleado, mientras Bearón y Rollo jugaban al escondite entre las anémonas, algo extraño sucedió. ¡Apareció un pergamino flotando en el aire! Era un enigma, escrito con tinta de pulpo: "En el corazón del coral, donde el tiempo se detiene, el tesoro se encuentra donde la historia entretiene. Busca las pistas, donde los peces pintan, y la respuesta hallaras".

La curiosidad de Louis, un joven admirador de reyes y reinas, se encendió al instante. “¡Un tesoro!” exclamó, sus ojos brillando de emoción. "¡Un enigma! ¡Qué emoción!". Bearón, con su sabiduría, anunció que aquel enigma sería la tarea más importante. Rollo, ya con su riñonera lista y llena de deliciosos bocadillos, estaba ansioso por comenzar la búsqueda. ¡La aventura estaba por comenzar!
Bearón, Rollo y Louis, decidieron resolver el misterio juntos. Primero, fueron a la biblioteca, llena de libros antiguos. ¡A Mei le encantaba la biblioteca, con sus dibujos de animales marinos! Buscaban pistas sobre la historia de Coralina. Louis, el más observador, encontró un libro sobre los antiguos artistas del reino. "¡Aquí está!" gritó. "Los peces pintores! ¡Debemos encontrar sus pinturas!". Guiados por el libro, se dirigieron a la Galería de Arte del Coral, donde los peces pintores, con sus aletas llenas de pintura, creaban maravillosas obras de arte. Los tres amigos recorrieron la galería, y pronto, ¡encontraron el cuadro correcto! Detrás del cuadro, había un mapa que indicaba el camino hacia el tesoro: un laberinto submarino, un jardín de algas, y una cueva secreta.

Rollo, con su velocidad, lideró el camino a través del laberinto. Los giros y las corrientes eran desafiantes, pero nada detendría a Rollo. En el jardín de algas, encontraron un calamar gigante que jugaba con ellos. A Mei, que amaba los animales, le encantó ver al calamar. Después, se dirigieron a la cueva secreta, un lugar oscuro y misterioso. En la entrada, había otra pista, grabada en una piedra: "El tesoro no es oro, sino lo que el corazón atesora". La cueva parecía interminable, con pasajes estrechos y oscuros. Louis, con su habilidad para resolver acertijos, guio a sus amigos. En la cueva, se encontraron con una puerta cerrada. En la puerta, había otro acertijo: "¿Qué es más valioso que el oro y las joyas, y llena tu corazón de alegría?". Louis reflexionó, y luego, con una sonrisa, respondió: "¡La amistad!".
Al instante, la puerta se abrió. Dentro de la cueva, ¡no había cofres llenos de joyas! ¡En lugar de eso, había un espejo mágico! En el espejo, los tres amigos vieron sus reflejos, sonriendo y abrazándose. Bearón, con una sonrisa, explicó: "El verdadero tesoro es nuestra amistad y el trabajo en equipo que nos ha unido". Rollo, siempre listo para algo, propuso una fiesta. Louis estaba feliz, porque había resuelto el enigma. Bearón, contento, organizó la fiesta más grande jamás vista. ¡Todos los habitantes de Coralina celebraron juntos, sabiendo que la amistad era el tesoro más valioso!
Desde aquel día, cada vez que algo misterioso sucedía en Coralina, ¡Bearón, Rollo y Louis, trabajaban juntos para resolverlo! Sabían que, con amistad y trabajo en equipo, ¡podían superar cualquier desafío!