Las Señoritas de Avignon: Una historia contada por un cuadro

Me encuentro en una sala silenciosa y famosa, donde la gente se reúne para mirar. Siento sus ojos sobre mí, pero yo también los miro. Soy un lienzo que devuelve la mirada. No soy suave ni apacible. Soy un conjunto de cinco figuras altas, hechas de ángulos agudos, planos lisos y líneas audaces que cortan el aire. Mis colores son una extraña mezcla de rosas carnales, ocres terrosos y fríos azules que parecen sombras de otro mundo. Dos de mis figuras llevan rostros que no son del todo humanos; parecen máscaras antiguas, talladas en madera, imbuidas de un poder tribal y misterioso. La gente se acerca, entrecierra los ojos, inclina la cabeza, intentando comprenderme. Susurran sobre mis formas fracturadas, mi falta de belleza convencional, la cruda energía que emano. No les ofrezco un paisaje tranquilo ni un retrato favorecedor. Les ofrezco un desafío. Rompí todas las reglas que el arte había seguido durante siglos. Desafié la idea misma de lo que se suponía que debía ser un cuadro. Soy una pregunta hecha con pintura, una declaración audaz que resuena a través del tiempo. Soy un rompecabezas, un desafío, una revolución en un lienzo. Soy Les Demoiselles d'Avignon.

Nací en 1907, en un estudio desordenado y polvoriento de París, un lugar bohemio llamado Le Bateau-Lavoir, en la colina de Montmartre. Mi creador era un joven artista español, ambicioso e inquieto, llamado Pablo Picasso. En ese momento, solo tenía 26 años, pero ya ardía con el deseo de crear algo que nadie hubiera visto antes, algo que hiciera añicos el pasado y abriera la puerta al futuro. Durante meses, Picasso luchó conmigo. Su energía era un torbellino en el pequeño estudio. Llenó cientos de cuadernos con bocetos, probando ideas, cambiando mis formas una y otra vez. Se inspiró en dos fuentes muy diferentes. Por un lado, las antiguas esculturas ibéricas que había visto en el Museo del Louvre, con sus formas fuertes, sólidas y sencillas. Por otro, el arte africano, especialmente las máscaras tribales, que le mostraron cómo la forma podía expresar emociones crudas y un poder espiritual directo, sin necesidad de ser realista. No me pintó para ser bonita según los estándares de la época. Me pintó para ser poderosa, para capturar una verdad más profunda sobre la forma y la emoción. Cuando por fin estuve terminada, Picasso me mostró a su círculo de amigos más cercano, artistas y escritores de vanguardia. Su reacción fue de conmoción total. Su amigo y colega artista, Henri Matisse, se enfadó, pensando que Picasso se estaba burlando del arte moderno. Georges Braque, que pronto se convertiría en su compañero en la invención de un nuevo lenguaje artístico, quedó tan desconcertado que dijo que era como si Picasso estuviera "bebiendo petróleo y escupiendo fuego". Se sintieron atacados, confundidos. En su rechazo, me di cuenta de mi propio poder. Era la primera señal de que yo era algo completamente nuevo, algo que cambiaría el curso de la historia del arte para siempre.

Mi existencia fue como una grieta en el espejo del arte. Durante casi quinientos años, desde el Renacimiento, los artistas habían utilizado la perspectiva para crear la ilusión de un espacio tridimensional en una superficie plana. Yo lo destruí. En lugar de mostrar a mis figuras desde un único punto de vista, Picasso las pintó desde múltiples ángulos a la vez. Se puede ver un rostro de frente y de perfil al mismo tiempo. Esta idea radical de mostrar un sujeto desde diferentes perspectivas simultáneamente fue la semilla que germinó en un movimiento artístico completamente nuevo: el Cubismo. Picasso y Georges Braque desarrollaron juntos este nuevo lenguaje visual, rompiendo objetos y figuras en formas geométricas y reensamblándolos en el lienzo. Pero durante años, permanecí enrollada y escondida en el estudio de Picasso, considerada demasiado escandalosa para ser mostrada en público. No fue hasta 1916 que se me exhibió por primera vez. Finalmente, en 1939, encontré mi hogar permanente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde personas de todo el mundo vienen a enfrentarse a mi mirada. Mi legado no es solo sobre ángulos y formas; es sobre el coraje de ver el mundo de una manera diferente. Les recuerdo a todos que las ideas más revolucionarias a menudo son las que al principio nos hacen sentir incómodos. Una sola idea nueva, por muy extraña que parezca, puede inspirar a incontables personas a crear, a cuestionar y a imaginar una nueva realidad.

Preguntas de Comprensión de Lectura

Haz clic para ver la respuesta

Answer: 'Les Demoiselles d'Avignon' fue una pintura revolucionaria porque rompió con las reglas tradicionales del arte, como la perspectiva, al mostrar figuras desde múltiples ángulos a la vez, lo que dio origen al movimiento artístico del Cubismo.

Answer: La motivación de Pablo Picasso era crear algo completamente nuevo que rompiera con el pasado. Se inspiró en las formas fuertes y sencillas de las antiguas esculturas ibéricas y en el poder expresivo y no realista de las máscaras tribales africanas.

Answer: El autor eligió 'rompecabezas' y 'desafío' para transmitir que la pintura no solo era distinta, sino que también requería que el espectador pensara activamente y se esforzara por entenderla. Estas palabras sugieren una interacción y una complejidad que la palabra 'diferente' no captura.

Answer: El estudio 'desordenado y polvoriento' de Le Bateau-Lavoir era un centro de actividad bohemia y vanguardista. Este entorno, lleno de energía creativa y libre de las reglas de los salones de arte tradicionales, probablemente animó a Picasso a experimentar y a crear una obra tan radical y rompedora.

Answer: La historia nos enseña que la verdadera innovación a menudo es incomprendida o rechazada al principio. Demuestra que tener el coraje de desafiar las convenciones y ver el mundo de una manera nueva puede llevar a avances revolucionarios que inspiran a generaciones futuras.