La Torre que Canta: La Historia del Big Ben
¡BONG. ¡BONG. ¡BONG. Mi voz retumba sobre una ciudad llena de maravillas. Desde aquí arriba, veo el río Támesis brillar como una cinta de plata, autobuses rojos de dos pisos moviéndose como mariquitas ocupadas y gente de todo el mundo caminando por los puentes. Soy una torre alta y dorada que se alza junto a las Casas del Parlamento, un guardián constante del tiempo. Todos en Londres, y en muchos otros lugares, conocen mi canción. Me llaman Big Ben, y aunque me encanta ese nombre, tengo un pequeño secreto que contarte. No soy yo quien se llama así. Ese es el apodo de mi corazón, mi campana más grande y ruidosa, la que canta la hora para que todos la escuchen. Juntos, somos un símbolo de esta increíble ciudad, y esta es nuestra historia.
Nací de las cenizas, como un fénix. En 1834, un terrible incendio destruyó el antiguo Palacio de Westminster, el lugar donde se toman las decisiones importantes del país. Fue un día muy triste, pero también el comienzo de algo nuevo. Dos hombres brillantes, los arquitectos Charles Barry y Augustus Pugin, recibieron la tarea de diseñar un nuevo palacio, aún más grandioso que el anterior. Querían que fuera un edificio que hiciera que todos se sintieran orgullosos. Y parte de su plan era una espectacular torre de reloj. Pero no podía ser cualquier reloj. Tenía que ser el más grande y preciso del mundo entero. ¡Qué gran desafío. La gente dudaba de que pudiera hacerse. Pero un hombre inteligente llamado Edmund Beckett Denison diseñó un mecanismo de relojería tan especial que podía mantener la hora con una precisión casi perfecta. De hecho, su diseño era tan bueno que hasta el día de hoy, si mi reloj se adelanta o se atrasa un poquito, los relojeros simplemente añaden o quitan un viejo penique de mi péndulo para ajustarlo. ¡Una pequeña moneda de un centavo me ayuda a ser el reloj más famoso del mundo.
Construir mi cuerpo de piedra y hierro fue una cosa, pero darme una voz fue una aventura completamente diferente. Mi voz es la Gran Campana, y encontrar la perfecta no fue fácil. La primera campana que hicieron para mí fue enorme y emocionante, pero durante las pruebas en 1857, ¡cataplum. Se agrietó. ¡Qué decepción. Pero los trabajadores no se rindieron. En 1858, fundieron una nueva campana, aún más fuerte y resistente. Levantarla hasta mi campanario fue una tarea gigantesca que requirió mucha fuerza y cuidado. Finalmente, el 11 de julio de 1859, llegó el gran día. Por primera vez, mi corazón de bronce sonó, y mi campanada resonó por todo Londres. La gente se detuvo en las calles para escuchar. ¡Había encontrado mi voz. Curiosamente, esta segunda campana también sufrió una pequeña grieta poco después, pero en lugar de arruinar mi sonido, le dio un tono único y especial que nadie más tiene. Es una pequeña imperfección que me hace perfectamente yo.
Desde ese primer día, me he convertido en mucho más que una torre con un reloj. Me he convertido en un faro de esperanza. Durante tiempos difíciles, como la Segunda Guerra Mundial, mis campanadas eran un recordatorio constante de que la vida continuaba y que la fuerza y el coraje perdurarían. Mi sonido daba consuelo a la gente en sus hogares. He visto más de 160 años de historia pasar bajo mis manecillas. Recientemente, me han dado un buen baño y una restauración, y ahora mi piedra dorada y mis esferas de reloj azules brillan más que nunca bajo el sol. Sigo aquí, firme y puntual, marcando el tiempo para nuevas generaciones. Cada campanada que doy es un recordatorio de que cada segundo es una oportunidad para una nueva aventura, un nuevo sueño o un nuevo comienzo.
Preguntas de Comprensión de Lectura
Haz clic para ver la respuesta