Pablo Picasso
Hola, soy Pablo Picasso. Quiero contarte mi historia, que empezó en Málaga, España, en 1881. Algo curioso de mí es que mi primera palabra no fue ni 'mamá' ni 'papá'. ¡Fue 'piz', una forma corta de decir 'lápiz'! Desde muy pequeño, los lápices y los pinceles fueron mis juguetes favoritos. Mi padre, José Ruiz y Blasco, era profesor de arte, y vio enseguida que yo estaba destinado a ser un artista. Pasaba horas y horas llenando cuadernos con dibujos de todo lo que veía: las palomas en la plaza, los rostros de mi familia, cualquier cosa que capturara mi atención. Recuerdo un día muy especial, cuando solo tenía 13 años. Mi padre estaba pintando un cuadro y tuvo que salir. Cuando volvió, ¡yo lo había terminado por él! Lo miró con asombro y se sintió tan orgulloso que me entregó sus propios pinceles y su paleta de colores. Me dijo que yo ya pintaba mejor que él. Poco después, en 1895, mi familia se mudó a Barcelona y me inscribí en la escuela de bellas artes. ¡Era mi sueño hecho realidad! Por fin podía pasar todo el día aprendiendo, dibujando y pintando.
Cuando cumplí 19 años, en 1900, decidí que era hora de una nueva aventura y me mudé a París, Francia. En aquel entonces, París era la capital del arte, ¡el lugar más emocionante del mundo para un pintor! Pero al principio, me sentí muy solo y un poco triste por estar tan lejos de casa. Todos esos sentimientos los plasmé en mis cuadros. Durante esa época, usaba casi exclusivamente tonos de azul y verde oscuro. Por eso, la gente ahora llama a este tiempo mi 'Período Azul'. Mis pinturas eran melancólicas y reflejaban la soledad que sentía en mi corazón. Pero la vida en París cambió. Hice nuevos amigos, me enamoré y mi corazón se llenó de alegría. Y con mis sentimientos, también cambiaron los colores de mis cuadros. Empecé a usar rosas, naranjas y tonos tierra cálidos que mostraban mi felicidad. A este tiempo se le conoce como mi 'Período Rosa'. Mi arte siempre fue un espejo de lo que sentía por dentro. Fue también en París donde conocí a otro artista llamado Georges Braque, quien se convirtió en un gran amigo. Pasábamos horas hablando de arte y nos preguntábamos: ¿por qué un cuadro tiene que parecerse exactamente a una fotografía? Queríamos mostrar las cosas de una manera nueva y emocionante. Juntos, alrededor de 1907, inventamos un estilo completamente nuevo que llamamos Cubismo. En lugar de pintar una guitarra como la ves desde un solo punto, intentábamos mostrarla desde todos los ángulos a la vez. Era como descomponerla en formas geométricas, como cubos y triángulos, y luego volver a armarla en el lienzo. Era como un rompecabezas de formas que invitaba a la gente a ver el mundo de una manera diferente.
Con el tiempo, me volví muy famoso, pero nunca dejé de jugar y experimentar con el arte. No solo pintaba. También hacía esculturas con objetos que encontraba, como un manillar y un sillín de bicicleta que juntos se convirtieron en la cabeza de un toro. Me encantaba hacer cerámica, creando platos y jarras con caras divertidas y formas curiosas. Pero de todas las obras que creé, hay una que es especialmente importante para mí. Se llama 'Guernica'. En 1937, durante una terrible guerra civil en mi país, España, una ciudad llamada Guernica fue bombardeada. Me sentí increíblemente triste y enfadado por el sufrimiento de la gente inocente. Decidí pintar un cuadro enorme para mostrarle al mundo el horror de la guerra. Usé solo blanco, negro y tonos de gris para que se sintiera la tristeza y el dolor. El cuadro es gigante y está lleno de imágenes poderosas que gritan contra la violencia. 'Guernica' se convirtió en un símbolo de paz para todo el mundo. Seguí creando arte durante toda mi vida, casi hasta que morí en 1973, a los 91 años. Para mí, el arte era mi forma de respirar y de compartir mis ideas, mis alegrías, mis tristezas y mis sueños con todos ustedes.
Preguntas de Comprensión de Lectura
Haz clic para ver la respuesta